«… ya en mi primera clase, con Juan Carlos Corazza, descubrí que me quedaba mucho recorrido. Me sentía cómodo y veía que aquello era para mí, pero no sabía levantar un personaje o una escena. Me faltaba cultura del teatro. Mi técnica era la de un caballo desbocado: sobre las tablas hacía todo y nada. Mis profesores me pedían que parase, que respirase…
…para actuar hay que estar tranquilo. En clase aprendí a conocerme a mí mismo. Allí supe que, si me paraba a respirar, me pasaban cosas que no esperaba. Aparecían miedos que no había resuelto. Esto no significa trabajar desde el dolor. Al revés: la escuela respetaba mucho mis límites. Pero yo no…»
Entrevista a completa a Carlos González en: AISGE